martes, 19 de enero de 2010

Pimienta



Pretérito imperfecto que nunca acaba, te miro y me rajas de arriba a abajo.
Me trastornas el mañana, y me ofuscaste el ayer. Oscureces mi alma... ¿Algo mas sabes hacer?
Cuando quieta me encuentro en mi cama, versan en mi cabeza preguntas que no son nada. Y es verdad, que las respuestas a mis cuestiones descabelladas no son otras que verdades que se esconden en muros de confusión, por no decir mentiras, corazón.
¡Que angustia, que situación más desesperante! Me esta matando la melancolía del último beso, me estoy partiendo por que seas de nuevo parte de mis huesos. Y te vas, fugaz. Efímero por la parte de atrás, sin dejar huella y con la puerta a medio cerrar. ¡Que cinismo! Mientras tanto, una lágrima más, a la colección que dejaste aquel día que te marchaste, amor.
Es enero, es domingo en mi corazón. Martes en el exterior. Y yo aquí postrada en el sillón de la desesperación, a mi alma le duele la cabeza, y mi cabeza se marchó a la vera de tu incomprensión. En mis adentros sigue siendo domingo.
Necesito pimienta, necesito sazonar mi vida con especias que no llamen a la muerte crepuscular de mis sentidos, necesito algo más que dolor en mis adentros. Sentenciosa pimienta, que escuece en el alma. Sigue siendo domingo por la tarde. Reflexiono y pienso. Acierto al decir, al decirte, que no se templarme cuando te miro a los ojos, no se calmarme cuando me atraviesas el alma. Tus palabras, el sonido de tu sístole y diástole, tu corazón empapelado de vacío, el latido de tu sentir, son hoy mis maneras de rendir. ¡Joder, que ganas de morir!

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